Simone Weil

Opresión y libertad

Nació en Francia en París el 3 de febrero de 1909 fue una filósofa, activista política. Esta acuariana formó parte de la Columna Durruti durante la Guerra Civil Española y perteneció a la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Su familia era judía intelectual y laica, su padre fue médico destinado en la primera guerra mundial, lo que le dió una perspectiva del sufrimiento humano desde muy temprana edad. Fue hermana de un gran matemático André Weil, un matemático francés muy conocido.

A los diecinueve años de edad ingresó, con la calificación más alta, seguida por Simone de Beauvoir, en la Escuela Normal Superior de París. Se graduó a los veintidós años y comenzó su carrera docente en diversos liceos. En ese tiempo se conocieron, pero según las propias palabras de de Beauvoir: “La envidiaba porque tenía un corazón capaz de latir para todo el mundo” A comienzos de 1930 tuvo la oportunidad de visitar Alemania. Sus escritos reflejan con impresionante lucidez. Encontró un país socioeconómicamente hundido con una izquierda profundamente dividida y un partido nazi en ascenso imparable. Para ella las consecuencias serían inevitables. En esa época desarrolló su compromiso político que le llevó a cooperar en la formación de los obreros a través de charlas y clases en los sindicatos. Publicó en diferentes revistas sobre política y filosofía. Allí también ayudó a los refugiados que huían de los gobiernos dictadores Hitler y Stalin. En su casa cerca de los jardines de Luxemburgo se refugiaron León Trotski junto a su esposa Natalia Sedova, su hijo mayor Lev.

A los veinticinco años dejó su carrera docente para huir de París. Durante 1934 y 1935, trabajó como obrera en la fábrica de Renault donde según ella recibió la marca del esclavo. En 1941, ya en Marsella, trabajó como obrera agrícola. Pensaba que el trabajo manual debía considerarse como el centro de la cultura y sostuvo que la separación creciente a lo largo de la historia entre la actividad manual y la actividad intelectual había sido la causa de la relación de dominio y poder que ejercían los que manejaban la palabra sobre los que se ocupaban de las cosas.

 «La tarea de las revoluciones consiste esencialmente en la emancipación no de los hombres sino de las fuerzas productivas.»

Pacifista radical, luego sindicalista revolucionaria, finalmente llegó a pensar que solo era posible un reformismo revolucionario: los pobres estaban tan explotados que no tenían la fuerza de alzarse contra la opresión y, sin embargo, era absolutamente imprescindible que ellos mismos tomaran la responsabilidad de su revolución. Por eso era necesario crear condiciones menos opresivas mediante avances reformistas para facilitar una revolución responsable, menos precipitada y violenta. Su compromiso con la revolución la llevó a militar apasionadamente por un pacifismo intransigente pero, al mismo tiempo, formó parte de la columna Durruti y allí luchó contra el levantamiento militar encabezado por Francisco Franco en la Guerra Civil Española. Fue periodista voluntaria en Barcelona, y se incorporó a los combatientes armados en el frente de Aragón, participando en alguna acción de guerra.

Simone Weil, en España.

Durante la segunda guerra mundial se mantuvo lúcida sobre lo que estaba sucediendo en Europa. Nunca tomó muy seriamente las amenazas que desde el comienzo de la guerra se caían sobre ella y su familia. Sin embargo su familia estaba en grave peligro de ser clasificada como no-aria, con las consecuencias del caso. En 1940 es obligada a huir de París y se refugia en Marsella. Allí escribe permanentemente para exponer una filosofía como proyecto de reconciliación entre la modernidad y la tradición cristiana, tomando como norte el humanismo griego. En 1942, visita a sus padres y hermano en Estados Unidos, pero más tarde parte hacia Inglaterra para incorporarse a la resistencia, aunque se ve limitada a trabajar como redactora en los servicios de Francia Libre, liderada por el general Charles de Gaulle. En el período final de su vida profundiza en la espiritualidad cristiana. Sin embargo, su acercamiento es heterodoxo y no excluye el interés por otras tradiciones religiosas. También se interesó en estos años por la no violencia de Gandhi.

«Esa vulnerabilidad de las cosas valiosas es hermosa porque la vulnerabilidad es una marca de existencia.»

En 1943 es diagnosticada de tuberculosis. Se interna en un sanatorio de Ashford, en Inglaterra, donde falleció en agosto con 34 años. La causa exacta de su muerte combina esta enfermedad con una huelga de hambre voluntaria por su deseo de compartir las condiciones de vida de la Francia ocupada por la Alemania nazi, lo que la habría llevado a no alimentarse lo suficiente, agravando así su enfermedad. Todas las obras que hoy conocemos de su autoría aparecieron después de su muerte, editadas por sus amigos a quienes les dejó en custodia sus manuscritos. Desde entonces, ha atraído la atención creciente de la academia y lectores corrientes por su ética de la autenticidad y la rara combinación de lucidez, honestidad intelectual y desnudez espiritual de su escritura.

Albert Camus, uno de sus editores y amigo, admiró su obra como una de las más importantes del fin de la guerra. Camus la describió en 1951 como “el único gran espíritu de nuestro tiempo” T.S. Eliot dijo que la obra de Simone Weil debía ser leída por los jóvenes antes de que las propagandas políticas anularan su capacidad de pensamiento.